Lo bueno de las pequeñas cámaras digitales es que, en ocasiones, te sorprenden con alguna instantánea que no hubieras pensado realizar ni por casualidad. Bueno, por casualidad, como en alguno de estos cuatro casos, sí.
La parroquial tiene una fachada que resulta del todo adecuada para esta época del año. Sorprenden los ocres y anaranjados de sus sillares.
El conjunto del caserío se agarra a las rocas que lo protegen en una especie de equilibrio imposible.
Las vistas hacia el exterior resultan de igual manera otoñales, especialmente en la zona rocosa que repite la cromática cálida de los vegetales.
Hacia el llano, Peralta de la Sal, la playa fósil y las salinas, completan un recorrido absolutamente recomendable. (Como recomendable parar a comer lo que haya en el bar del pueblo natal de José de Calasanz...)

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