Las piezas grandes

He vuelto a colocar en los caballetes la pieza que comenzó siendo conocida como el pimiento (ten amigas para según que cosas). No acababa de hacerme el peso, y después de dos sesiones más, parece que la cosa está tomando algo más de aire. Levantar tanto la línea del horizonte me ha creado algunos problemas añadidos al formato considerable de la pieza. Pero pintar sobre pintado tiene la ventaja de que los colores nuevos se matizan con los que se han colocado en primer lugar. Es como si las manchas nuevas respiraran.
El estudio me gusta más cuando las telas que pinto enmascaran los cinco metros de estanterías del fondo.





También he seguido trabajando en la tercera pieza de cuatro por uno. La mancha inicial, contraviniendo las normas, como me advirtió Cristóbal cuando se enteró de que había manchado la tela con casi un kilo de óleo rojo, tiene mucha fuerza o al menos me lo parece.  
Me gustaría conservarla lo más posible. De hecho creo que sigue protagonizando la tela, por más matices que añada.


200 entradas. 4Esquinas

La entrada número 200 de este blog es para una imagen. La de la portada del extraordinario de San Lorenzo de la Revista 4Esquinas, que verá la luz uno de estos días. Gustó la oferta que, como comentaba hace unos días, parte de una de las portadas del Heraldo de los años ochenta, cuando me encargaban una plumilla y he tratado con el ordenador para esta ocasión.


La variante de Monzón

No ves el Piscis ni el puente viejo sobre el río, eso sí, pero el cambio es sustancial. Puede uno soñar ya con lo que puede llegar a ser el viaje cuando esté acabada la autovía. Además la vista posterior de Castejón del Puente que es incluso más espectacular que que se ve desde la carretera. Una gozada, ayer, la ida y otra gozada, hoy, la vuelta.




Pintura propia, a ratos

No he dejado, pese al follón de la memoria para el grado de Maestro en Infantil, el formato de cuatro metros por uno que inicié hace unos días. Al final de la mañana de hoy el asunto ha quedado como en la imagen de abajo.



Encajados

Estos pasiajes viajados, gozan de la condición de encajados. Cuando se habla de encajar un dibujo, se sobreentiende que es como meterlo en una caja imaginaria, cuya primera condición es caber en el papel en el que se trabaja. 
Estas pinturas son encajadas, además, porque se han realizado en las cajas de turrón que los pasteleros utilizan últimamente para que los turrones no parezcan tan caros. Como el resto de pequeños formatos, van sufriendo intervenciones esporádicas, provenientes por lo general, de restos que quedan en las paletas cuando trabajo los formatos mayores






Feliz San Lorenzo 2008

La copia es uno de los buenos sistemas para el aprendizaje del oficio de pintor. Lo ha sido siempre y por ello los museos están repletos de copias de los grandes maestros realizadas por los grandes maestros que nacieron unos años después. Tampoco resulta raro encontrar piezas de un artista, basadas en una obra propia anterior. Incluso telas reutilizadas para una nueva versión de un tema propio pintado con anterioridad. Se hacía cuando el procedimiento usado era el mismo: Ramón J. Sender, por ejemplo, pintó de nuevo con óleos algunas de las piezas que había presentado en su primera exposición madrileña de los años setenta, como puede apreciarse en los que tenemos en el Instituto de Estudios Altoaragoneses (tenemos se refiere a todos, no a los que formamos el IEA de modo más cotidiano. Algunas telas del Sender pintor están a la vista en el Espacio Sender al que se puede acceder libremente en horario de trabajo). 
La llegada de la informática ha incrementado las posibilidades de elaboración de versiones sobre piezas propias. Así, el pasado año, cuando con motivo de las fiestas de San Lorenzo, se me pidió una portada para la revista 4Esquinas, tomé parte de dos viejos dibujos y los compuse, añadiendo color con el photosph.
Este año, por si acaso hay que correr, he preparado otra pieza antigua, que fue portada de Heraldo de Aragón en los ochenta, y la he iluminado con el mismo procedimiento. Este ha sido el resultado que sirve como primer deseo de buenas fiestas para los visitantes del blog, si los hubiere. 

Torres aragonesas




7. Torre de la colegiata de Calatayud
24 x 16 cm. Tintas/papel.

Según Gonzalo Borrás la torre de la Colegiata de Santa María de Calatayud debió realizarse a caballo entre los siglos XV y XVI. Se trata de una torre octogonal con gruesos contrafuertes en los ángulos, a manera de pilastras adosadas. El conjunto de la torre produce la sensación de alminar almohade, como en otros casos de edificación mudéjar. Como las de su tipología, consta de dos torres, una interior y otra externa entre las que se desarrollan las escaleras. En su primer cuerpo, aparecen elementos formales góticos y en el segundo, mudéjares. El chapitel con que se remata fue levantado en el siglo XVIII.
Cómo llegar: Calatayud se encuentra sobre la autovía de Madrid, antigua N-II.

Y lo último

El retrato de Anabel lo tenía previsto hace unos treinta años, pero ha tenido que esperar hasta esta semana. Hace unos meses fue nombrada la primera decana de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza en sus más de cuatrocienteos años de historia. Yo he esperado lo mío, evidentemente, pero nada que ver con lo que ha esperado la docta institución...
No es el resultado final, pero los cambios entre este momento y el retrato concluido son poco significativos.
El formato es menor que el que hubiera utilizado hace tres décadas, y también el procedimiento, que hubiera sido el óleo. Ahora he mezclado la tinta china con acrílicos y otras pinturas al agua, que preparo desde pigmentos de la BASF. Me los regaló, hace casi otro tanto, mi suegro y los dosifico convenientemente. Son una auténtica maravilla. Lástima que no hayan encontrado mejor cabeza y mejores manos para pensar y realizar pinturas.

La primera exposición

Colgaba hace unos días el catálogo de mi primera exposición individual, del 18 al 28 de diciembre de 1968, en la Diputación de Huesca. En cinco meses hará cuarenta años. Hoy, reordenando las fotos, he encontrado las de algunos de los cuadros que compusieron esa muestra. El número uno se titulaba "desde el balcón de Feliciano" y era una vista de la calle de Goya. Que seguía con una veintena de óleos de diversos paisajes urbanos de la capital altoraagonesa y algunos retratos a lápiz, de mis hermanos mayores y algunas amigas. Las fotos, como es lógico en esa época, son en blanco y negro, pero la verdad es que, en ese momento usaba una gama cromática muy limitada, compuesta por el blanco, el ocre, el siena y el azul.












Es lo que había. Sobre todo valor o desenfado, por decirlo fino. Pero de perspectiva y manejo de los procedimientos más bien poco. Luego vendrían los estudios de Bellas Artes en Barcelona y el influjo de pintores escultores y dibujantes como Ricardo Sala, Sanvisens, Puigdangolas, Chancho, Muxart, Ribera... Y la introducción en el conocimiento de la Historia del Arte de la mano sabia de Rafael Santos Torroella. Y la definitiva influencia de José Beulas.

Grafiti



Paseábamos por Torrevieja con Juan Genovés admirando el bárbaro teatro municipal que demuestra fundamentalmente el poderío económico que se ha derivado del cambio del negocio de las salinas por el de los guiris. 
Como en todo país de garbanzos, nos sorprendieron los grafiti  en algunas de las paredes del recorrido. Se quejaba el pintor no por el aspecto lamentable que adquiere el espacio con la intervención de los firmadores titubeantes que hacen exactamente lo mismo en todas partes. Sino de la falta de originalidad que demuestran la mayoría de los que se dedican al nuevo y popular arte mural.
Lo triste, decía, es que te da lo mismo estar en Torrevieja que en Madrid, Nueva York o Londres. Todos se limitan a copiar. A copiarse.
Ayer paseé por el cerro de san Jorge y tomé con el teléfono estas dos imágenes. Quizás el viejo maestro (con aspecto y cabeza rabiosamente jóvenes) tenga razón.



Un paréntesis

Me formulo una pregunta en prosa, lejos de los intereses de las artes que son la prioridad de este blog. Hace ya algunos años, en un vado de un edificio público del que era responsable, me encontré con una multa en el coche. Lo había dejado evidentemente mal aparcado, pero confiaba en que, antes de multarme, el representante de la autoridad municipal consultaría sobre la necesidad de que el vehículo fuera retirado por impedir el paso. 
Alguien me explicó entonces que, con independencia de quien paga el vado, la sanción puede ser adjudicada sin consulta, ya que la norma también implica al responsable del mismo. Me lo creí a pies juntillas y pagué la multa (item advertido por la autoridad sobre el precio de las rotondas...). La pagué por los argumentos que se me ofrecieron y porque me hizo bastante gracia el motivo por el que se me había sancionado: había aparcado en zona señalada con línea amarilla delante del "colegio público La Anormal". Sigo guardando la multa, por descontado.
Pero ahora me pregunto: a este automóvil diseñado especialmente para poner multas ¿quien lo sanciona cuando está aparcado sobre una línea marcadamente amarilla?. 

Picasso y otros en el Reina Sofía

He de reconocer que la vez anterior que estuve en el Reina Sofía, para ver la tremenda exposición de Picasso pude acabar incluso harto de semejante cantidad de piezas del genio colocadas en un mismo espacio. Me gusta mucho más recorrer el Museo y encontrar de vez en cuando alguna de las obras, en exposiciones temáticas (que cuando sean del siglo XX contarán sin duda con una de sus piezas con independencia del procedimiento elegido por el curador o curadora de la muestra). O en alguna sala de dimensiones habituales en el espacio museístico dedicada a su obra.
La sorpresa esta vez no fueron las pinturas y esculturas de Picasso sino la extravagante coincidencia que se dio entre lo visual y lo sonoro en el momento en que me quedé, una vez más, embobado ante la escultura que preside la sala. No muy lejos había otro espacio en el que una exposición de imagen y sonido presentaba algo que debía responder al título de canciones para después de una guerra. Nada de particular durante uno de los muchos boleros que envolvieron los años cuarenta, que se oía con cierta audacia en el volumen. Pero en el momento en que me encontraba ante la escultura central, los altavoces comenzaron a gritar alguno de los himnos con que se pretendió envolver los boleros y cualquier otro sonido en los años cuarenta, cincuenta y más.
La mirada clara lejos y la frente levantada, van por rutas imperiales caminando hacia...,
delante de Picasso sonaba como a circo, a la hora de los payasos...








Pablo Gargallo está representado en una sala (demasiado de paso para mi gusto) con Gran Profeta. (Uno de sus descendientes se hizo la foto para una entrevista reciente del Heraldo junto a esa pieza. Pero hay otras esculturas de Gargallo, como este retato de la Garbo con tirabuzón que a mí me parece igualmente inmenso





Finalmente Miró, antes y después de La Masía. En esta sala en concreto, en la que encontré el Calder, bastante después.

Para el CRA La Sabina de Robres

Del espacio que prefiero de Madrid (el Paseo del Prado), el ámbito museístico que me llena no es, como comentaba en las anteriores, la primera pinacoteca nacional. En el Reina Sofía me encuentro bastante más a gusto, pese a las diferencias en las colecciones permanentes en las que el primero compite con los dos o tres mejores museos del mundo. La última vez que lo visité pude ver dos móviles de Calder lo que me llevó al aula del CRA La Sabina, en Robres, cuando acudí a visitar a una estudiante en prácticas de la carrera de maestro. La primera de las piezas estaba en un espacio dedicado a Miró. La segunda en la retrospectiva sobre el pabellón de la República Española de París que acogió, entre otras piezas, el Guernica de Picasso.
No recuerdo que esos dos Calder estuvieran entre los que pude ver en los murales del aula y en los trabajos de los alumnos, y por ello que los cuelgo; quizás les sirvan ahora o en otro momento. 





El nuevo Museo del Prado

Tuve que hacer las fotos con disimulo y con el teléfono, pero el espacio es de sobras conocido a través de los medios de comunicación. El nuevo Prado, diseñado por Moneo, me pareció un ejercicio espectacular sobre el espacio y sobre la luz. Naturalmente, en la visita a la exposición Goya, me encontré con algunos ciudadanos de Huesca, Josete y su hermano, por ejemplo. 
El Museo en s¡u totalidad me sigue abrumando bastante. Como de costumbre, pasé con las orejeras puestas hasta la exposición del de Fuendetodos. Se me escapó alguna miradilla, pocas. A las Meninas, por ejemplo.
También recorrí a cierta velocidad las salas del nuevo Museo. La exposición Escenas de batallas, y alguna otra de contemporáneo que, en ningún caso, restaban demasiado protagonismo a ese espacio exultante creado por el arquitecto del CDAN (y por el arquitecto del claustro de los Jerónimos, claro).








Torres aragonesas

Nota aclaratoria: Los párrafos Cómo llegar, están planteados, como es lógico, tomando como punto de partida la ciudad de Huesca.





6. Torre de la catedral. Albarracín
24 x 16 cm. Tinta china/papel.

En el abigarrado conjunto urbano de Albarracín, la torre de la catedral del Salvador constituye una referencia visual permanente. Construida a finales del siglo XVI, se debe al arquitecto Alonso de Barrio Dajo. Un imponente prisma cuadrado, en cuya parte superior se abre un cuerpo de campanas, se remata con un nuevo cuerpo, esta vez octogonal, abierto por arcos de medio punto y cubierto con un elegante chapitel. La torre de Albarracín, que preside el apretado caserío, ha sido y es motivo para un buen número de pintores dedicados al paisaje urbano.
Cómo llegar: Algunos kilómetros antes de Teruel, desde la N-330 (actual y completada autovía mudéjar) la A-1512 nos acerca al conjunto urbano de Albarracín.

CaixaForum Madrid

Me interesaba, por la parte que me toca del Félix Lafuente modernista, visitar la exposición de Alphonse Mucha. Pero también quería conocer el edificio. No pude acudir a la invitación oficial, pero seguramente no hubiera disfrutado del espacio tanto como el pasado jueves, sin agobios de gente y sin explicaciones que por lo general resultan excesivas. Me gustó, y mucho, el edificio. Mas por su interior que por su jardín vertical o la excelente solución de las fachadas. Interior que comienza con un porche o plaza cubierta que era una delicia en la calurosa mañana madrileña. El bar restaurante y la escalera en su conjunto, pero especialmente la de acceso me gustaron especialmente. Los espacios expositivos, con mucha gente pero sin los tumultos de El Padro, permiten multitud de soluciones parecidas o totalmente diferentes a las prestadas a la exposiciones de Mucha o Chaplin. Las dos muestras absolutamente recomendables para todos los públicos.





Antonio López

Si no lo entendí mal, las dos cabezas de Antonio López para la estación de Atocha han constituido el primer encargo oficial para el pintor más cotizado de los artistas españoles vivos... afirmaciones que, seguramente, se complementan.
La verdad es que las cabezas impresionan incluso habiendo visto el trabajo directo del pintor sobre el barro que también impresionaba lo suyo.
Esta mañana he podido fotografiarlas, pese a las reticencias de alguno de los empleados de la estación.
Las nietas de uno deben de ser unos modelos excelentes. 













Otra pintora, cuya cotización desconozco pero cuya calidad resulta incuestionable, pasaba por ahí.