Otra vez Teruel

La vuelta a Aragón que practico los junios y los septiembres desde hace algún tiempo, suele comenzar en Teruel donde duermo. Seguir a media mañana en Alcañiz; al mediodía en Zaragoza y terminar en Huesca. Esta ha sido la primera vez que he invertido el recorrido y he comenzado en Huesca, he seguido a mediodía en Zaragoza, he sacrificado la siesta en Alcañiz y he terminado, rendido, en Teruel. No entiendo por qué la sensación de cansancio era mucho mayor ayer por la noche en Teruel que normalmente en Huesca, dado que el número de kilómetros es exactamente el mismo (bueno quizás algunas docenas más, por los garbeos que me pegué por las circunvalaciones, antes de conseguir meterme en la primera calle... aunque esto no lo reconoceré nunca en público...). Me cogió algo de lluvia por la hermosa carretera del Maestrazgo y llovía en Teruel cuando llegué.
El paisaje, viajado al revés, me resultó doblemente atractivo
Me comenta José, el decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, que Teruel es más bien seca. Tendré que venir más a menudo ya que el porcentaje de días de lluvia sobre el total de los que he venido creo que es bastante alto, lo que me lleva a pensar que igual la lluvia se la traigo yo...
Aparte el agua, querría dejar constancia del vino que tomamos en la cena (excepción necesaria en el proceso que he iniciado para volver a un peso razonable). Era un vino de aquí que, como desconocedor que soy de la cosa de los vinos, me limitaré a definir como muy bueno. Me recordó alguno de los de las bodegas de Estadilla, en las que entro últimamente en viaje hacia san Esteban de Litera. Las muchas variedades que lo componen le prestan un aroma y un sabor que me pareció muy completo. Creo que se llama Ventus.
El atardecer borrascoso, desde el Óvalo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En una esquina del Paseo de las Autonomías, venden vino de Teruel, sin marca, que no está nada mal. Tendrás que llevarte una botella vacía.