La vuelta

Vuelvo al trabajo habitual, ese que niegan pertinazmente mis mejores amigos... pero que es el único que consigue estresarme y el único que me permite vivir (aparte ser el que realmente me gusta especialmente en la faceta que me permite dar clase).
El mes de mancebo me ha hecho volver al dibujo a pluma de manera continuada para llenar los ratos perdidos que no han sido pocos. Pero también ma ha hecho renovar algunas de las ilusiones antiguas al tener que poner en marcha un pequeño apartamento. Desde el que he podido tomar estas dos imágenes que resultan, cuando menos curiosas. Algún empleado municipal, supongo, comenzó a pintar en la calle un rectángulo delimitador de la entrada a un garaje. Que fue inmediatamente enmascarado con pintura gris, para ser sustituido por un discreto cartel en el exterior de la puerta abatible. No puede negarse que la primera de las imágenes, sacada de su contexto funcional, tiene cierto aire de obra querida que podría llevar la firma de alguno de los grandes. Como le ocurre a la segunda, con esas veladuras grises y el texto en tiza, que recuerdan intensamente a más de uno de los que exponen habitualmente en los grandes espacios del arte.
La importancia de la casualidad no es poca en estos asuntos. Y la casualidad quiso que asistiera al proceso en que se crearon estas dos obras plásticas.


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